Articolo pubblicato su:
Schermata 2012-04-25 a 14.18.02
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BARBARA MORI. La obra de arte: lugar ideal
Giacomo Belloni

Cuando uno se encuentra delante de la obra de Bárbara Mori, lo primero que impresiona es su capacidad de penetrar cuidadosamente en el ambiente que la aloja.
No obstante su fuerza expresiva, logra siempre mantener una relación de serena coexistencia con el contexto sin invadirlo ni desvirtuarlo.
Las claves apropiadas para una inequívoca interpretación son su carga emotiva y su sensibilidad. Esto es debido a que la artista tiene una fuerte capacidad innata, típica de la femeneidad, de expresar intrínsecamente la duplicidad y la multiplicación. Ella es mujer y sus obras emanan esa pulsión generadora. La matriz común de la textura esencial es áspera, rugosa, fangosa. Su superficie en sí misma porta toda la poesía del no color, que sólo deja traslucir la sobria tonalidad de la materia pura.
Sin forzamientos cromáticos, crea el lugar pictórico por excelecia sintetizado por lo real de la materia y las tonalidades cálidas de la “tierra”.
Un lugar pre-categorial, primario y esencial, sin el cual nada es posible. Entendido como elemento simbólico puro y sintético, que se manifiesta antes (y más allá) de los arquetipos presocráticos: agua, aire y fuego.
La tierra es entendida no sólo como el escenario en el cual devienen los eventos de la existencia terrena en cuanto tal, aquella que implica el tránsito del nacimiento a la muerte, sino como base sólida, sostén ineludible de toda la existencia que en el sentido Nietszcheniano, circular y eterna, nos envuelve en su permanente retorno, en su infinita regeneración salvadora.
Pero la tierra es ante todo lugar interior, psíquico, elemento modelador de la individualidad. Es la madre que da a luz, generadora primordial, ancestral, arcaica.
Las obras de Bárbara Mori legitimadas por un ánimo artístico sensible y sincero, pero por sobre todo femeninas, conllevan la intrínseca obsesión por la creatividad.
Ella, pintora argentina, alejada de su tierra, que tras un largo camino se detiene en España, siente la necesidad de mantener un vínculo estable y definitivo con el lugar, un lugar ideal: Su Lugar.
Tal vez en la búsqueda de ese lugar esencial han contribuído las experiencias infantiles vividas junto a su padre José, gran aviador argentino; el mundo visto desde lo alto es fascinante, seductor porque permite despegarse de la superficie bidimensional de la mediocridad humana para abrir el espacio y hacer lugar a la riqueza de los matices naturales.
En el inicio de su obra, el papel ha sido la base de sus trabajos. Papel, que con el correr del tiempo, ha sido sustituído por el cartón y la madera. Sólo luego, cuando la apropiación de la materia encontró su justa autonomía expresiva, sus obras se plasmaron en la tela, como la Via Regia para su máxima expresión.
Hoy logra combinar en sus obras, inclusive elementos como materiales de construcción, cera, tierra, café, dando así nacimiento a superficies intensas donde cobran vida la tierra, las piedras, los muros, las manchas, las grietas, las consunciones, las marcas del tiempo, afirmando una vez más no sólo la fuerza de la “tache” informal como instrumento lexical exhaustivo y concluyente en sí mismo, sino llegando a confirmar las enseñanzas de Leonardo reportadas en el parágrafo 63 de su “Trattato sulla pittura”, donde recomienda inspirarse en las manchas de los muros. El trabajo de Bárbara es apasionante, casi hipnótico, y sus obras nos transportan al lugar originario, aquel que va más allá de las experiencias personales, aquello que es de todos porque nos propone la dimensión del origen del que todo proviene, el lugar de la tierra, entendida como elemento tangible, como su estructura fundante, táctil, sólida, irreductible, primordial.
Su pintura no es ni figurativa ni abstracta. Ella utiliza una fusión de amalgamas sobre los cuales a veces interviene esbozando formas del mundo invisible, layout urbanos, arquitecturas, no para crear representaciones subjetivas sino para expresar profundos estados interiores.
A veces, siente el deseo de agregar formas a la materia, abultamientos, espesores, asperezas o demarcarla con lineas Kleeanas que esbozan objetos irregulares, de perspertiva innatural aunque simpre reconocibles.
Agrega, en tanto es necesario para recrear el lugar, el lugar ideal donde encontrar, una vez más, la estabilidad donde anclar la existencia siempre inasible.
Su arte, es por lo tanto, el modo concreto de buscar y encontrar una firmeza real creando lugares donde imaginariamente poder apoyar los pilares de la mente.
“Considero que es la introspección el resultado de la observación de la obra, así como lo es la observación de cualquier expresión artística, lo que halle cada individuo será inevitablemente inherente a él”.
Sin nada más que agregar, Bárbara nos recuerda la verdadera naturaleza del arte, en el cual el intercambio entre el artista y el observador es íntimo y silencioso pero sobre todo constructivo.

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"È vero, principe, che una volta avete detto che il mondo sarà salvato dalla bellezza?" Dostoevski, L'Idiota

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